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Hoy, mientras nadaba despreocupadamente, notó a un hombre observándola desde la sombra. Se quedó helada al verlo. Era enorme, de piel oscura y mirada intensa, y su erección se marcaba claramente bajo el bañador.
Luna sintió como su cuerpo se estremecía de deseo ante la vista. Nunca antes se había sentido tan deseada. Un escalofrío de excitación la recorrió, junto con una curiosidad avasalladora por conocerlo mejor.
El hombre se acercó con paso confiado y sugerente. Habló con un marcado acento caribeño que la volvió loca. Le propuso continuar su encuentro en un lugar más privado.